El fin de semana en Valencia fue la culminación del trabajo bien hecho, de la suerte de cara y de echarle pelotas al tema.
El domingo amaneció caluroso y yo muy constipada. No es la mejor combinación porque ambas cosas te llevan a deshidratarte y no rendir igual, ademas no había dormido apenas y tenia un dolor de cabeza considerable. Pero eso desde luego no iba a impedirme correr mi primer maratón.
Encontre a Charo y Edu en los cajones de salida y me apoyaron, le di a Juan mi cortavientos y les abrace a todos.
Charo me abrazo y me dijo, Solo tienes que llegar entera al kilometro 30. Llevabamos meses planeando que me ayudaría a llegar a la meta. Me perdí entre la multitud y me relaje, estaba tranquila, lo mejor estaba por llegar.
Corri por el arco de entrada con los brazos en alto y sonriendo. Marque mi ritmo de 6 min/km y puse la mirada en el horizonte. La aventura daba comienzo. Todo fue estupendamente hasta el km 24. El ritmo era de 6 o 5:50 y me sentía cómoda. Dos geles, unas pasas, mucha agua… pero llego una recta del demonio, con un calor sofocante y sin una sombra y tuve que bajar el ritmo porque no conseguía hidratarme bien. Ademas comenzó a dolerme enormemente una uña del pie, la del dedo gordo y era un infierno plantar. Pero apreté los dientes y pensé, solo tienes que llegar entera al 30, son 6 kilometros. No son nada.
Cuando vi las torres de Quartz a lo lejos sabia que había conseguido la primera parte. 3 horas de maratón ya, 30 kilometros y ella estaría allí. Iba mas lento de lo esperado y sabia que no iba a poder mantener el ritmo, pero ella estaría allí. Sus caras eran un poema, Charo, Juan y Edu me sonrieron y se lanzaron a la carrera cámara en mano, isotónico en mano y gel en mano para ayudarme a correr y me escoltaron camino de la meta.
Apenas les hable en el camino. Recuerdo a Edu diciéndome que le habían dicho que yo era muy dura pero que hasta ese momento no sabia cuanto. A Juan preocupado por mi ritmo y mi hidratación y a Charo animando como solo ella sabe.
Solo es dolor. No te rindes, tu corres hasta el final.
Solo es dolor, es temporal, la gloria es para siempre.
Como un mantra.
Desde el 30 comencé a contar mentalmente, solo quería llegar al kilometro siguiente como objetivo y lo celebraba como si fuera un logro personal, apretando el puño. Si señor un km mas sin andar, si señor.
Entonces sono la canción de carros de fuego y me vine arriba. Craso error. Vi el globo de 4:30 y quería bajar ese tiempo (ni se me pasaba por la cabeza que yo había salido más tarde) así que aumente el ritmo, me sentía bien y quería ir mas deprisa. Eso acabo con mi fondo y en el km 34… el muro, el hombre del mazo, el coco y su puta madre montada a lomos de un caballo beréber. El ritmo bajo a 7 y no podía subirlo, tenia sed y no llegaba el avituallamiento del 35, ¿que cojones pasaba? ¿donde estaba el agua? ¿donde estaban mis fuerzas?
4 km de dolor, fatiga, cansancio, flaqueo, calor, sed, 4 kilometros de mierda, pero mis piernas seguían, zancada, zancada, zancada.
Kilometro 38 y pienso, joder solo quedan 4 km. Y digo, esto no puede conmigo, yo soy fuerte. Soy una tía dura, coño, muy dura. Y no se de donde sale una sonrisa y las piernas responden, y subo el ritmo y corro y corro y corro.
Edu, Juan y Charo abandonan la carrera para que entremos solos a partir del 40.
Yo vuelo, ya no se ni lo que hay a mi alrededor, solo vuelo.
Veo a mi entrenador y a su hermana Maria en el 41 y vuelo mas rápido.
Entro en la zona adoquinada y la sonrisa me ocupa la cara y las zancadas son las mas rápidas de todo el dia. Oigo muñeco, muñeco. Y no puedo parar.
Entro en la alfombra azul y pienso, LO ESTOY HACIENDO. ESTOY ACABANDO UN PUTO MARATON. Y veo el agua y los corredores de mi alrededor desaparecen, creo que estoy sola corriendo por la alfombra y entrando en meta. Dando saltos de jubilo y gritando LA OSTIA PUTA LO HE CONSEGUIDO. ME CAGO EN DIOS, LO HE CONSEGUIDO. (Perdón por el lenguaje).
Cuando dejo de saltar e intento andar para ir a por la bolsa y la medalla no puedo ni moverme jajaja no se como he venido corriendo hasta aquí. Han pasado 4 horas y 19 minutos desde que salí y no soy capaz de registrarlo todo.
Me pierdo entre los corredores, hablo con muchos, me como una pieza de fruta y media palmera de chocolate, me miro los pies para comprobar que no tienen nada, y busco a mi familia.
En el proceso encuentro a Rafa (@rafacastill0) y hablamos de la carrera. Le pregunto por Angel (@contadordekm) y me presta su teléfono. Asi encuentro a Juan, que me mira con una sonrisa enorme y me felicita. Después llega Charo y me abraza y llora como una magdalena mientras yo la beso y pienso lo mucho que la he extrañado mientras cruzaba el arco de meta porque ese triunfo también era suyo. Después llega Edu y me levanta en su abrazo dándome la enhorabuena.
Despues sólo risas, comida, más risas y el viaje de vuelta.
La experiencia del maraton te marca, pero también marca a los que te acompañan en el camino. Edu sale de allí pensando que quiere correr Valencia 2015 y yo pienso acompañarle los kilometros que haga falta. Juan ha corrido sólo para hacerme compañía y Charo… bueno Charo es para dedicarle un post sólo a ella.
Yo tengo dolores en las piernas y un catarro épico, pero el pecho hinchado como un pollo de los de pelea.
No lloré.
El lunes, a las 11:00 de la mañana, sentada en una silla de mi cocina, comiendo un platano para recuperar potasio, cojo el móvil y le agradezco a mi hermana todo lo que ha hecho por mi. Las lágrimas salen solas y se desbordan. Recuerdo cada instante y lo revivo. Un buen rato llorando de emoción.
Las emociones son así, llegan cuando quieren.
A pesar de lo duro que fue, ahora quiero ver a Filipides otra vez. Su cara bonita y su cara fea. Sentirme una diosa del olimpo por un momento y enfrentarme a mis miedos.